Vicios no, servicios quería decir.


No ofrezco servicios.


Rara vez intercambio mi tiempo por más trabajo.



Si aún así quieres que hablemos.


Es porque tienes algo que a los dos nos puede interesar.



(Las dos líneas de arriba es una lección de ventas. Por haber llegado hasta aquí.)


Apúntate a la newsletter y me escribes.


Es aquí:

Algunos se atreven a decirme esto.

Y tú.

¿Qué me vas a decir?

Todavía no estás convencido del todo.

Lo entiendo.

Quién soy yo para decirte a ti qué.


Tampoco te quiero convencer.

Pero sigues aquí.

Y si quieres aprender las bases de cómo montar un negocio online.

Yo te digo las mías.

Hay miles.

Yo la mía.

Te la digo a ti.

Y si piensas que escribo mal porque empiezo las frases por Y.

También tienes razón.

Y algunos ex-suscriptores me han admitido que se han dado de baja de la lista porque no podían soportar que empezase las frases por Y.

Y esa gente tan correcta.

Que tiene unos principios para todo inamovibles, que son rígidos como los barrotes de su celda en donde no entran nuevas ideas.

Ideas de colores.

Nuevas formas de escribir.

Y de comunicar. 

Esos no serán los que aprendan.

No son el perfil de suscriptor que existe en la lista.

Los que están dentro tienen algo en común.

Ganas.

Ganas de salir de esa celda, de tirar las paredes.

Ganas de sentirse más libre.

Y eso es mi newsletter.

La porra para tirar paredes.

Paredes que te atan al reloj del despertador.

Porque los que son demasiado correctos nunca querrán salir de sus celdas aunque tuviesen la llave para salir de ella.

Si tu eres super-correcto.

Lo siento.

Y Y Y Y Y este sitio no es para ti.

(Puedes abandonar la web)

Mira que eres cansino.

Lo último que te queda por leer es esto.